Considerada un páramo, una tierra baldía o un momento de transición, la puesta en escena estrenada en Cuba entre finales de los años cuarenta y 1959, es un tema aplazado y casi enterrado. La Revolución de 1959 barre con los vestigios del teatro anterior y no sólo el producido en sus «salitas». Este libro, escrito a partir de conversaciones con Francisco Morín, director del grupo teatral Prometeo, ofrece un registro y no un enjuiciamiento de la imagen escénica en años de convulsión y crisis. Aunque Morín es el eje principal, se nutre de fuentes documentales y testimonios para preguntarse sobre sus avatares y sus paradojas.